domingo, 1 de junio de 2008

Del cumple de Gabriel García Marquez

20 marzo 2007

El mundo aclama a Gabo y celebra sus 80 años de edad
Luminosa serie de festejos durante un mes con amigos, presidentes y reyes
Intramed
Un cumpleaños celebrado por todos
Los 80 años de un mago de las letras
Es el cumpleaños del autor de "Cien años de soledad". Y es el aniversario del cuarto de siglo de su obtención del Premio Nobel de Literatura.
Jorge Aulicino
El 6 de marzo de 1927 nació el hijo del telegrafista de Aracataca, una localidad de la costa de Colombia, quien a los pocos años leía, como muchos chicos en el mundo, a Emilio Salgari y Julio Verne. Quien, a los 20, y mientras estudiaba Derecho, publicó su primer cuento en el periódico El Espectador, de Bogotá, en el que, además, comenzó a hacerse periodista. Quien, a los 40 años, en 1967, despachaba hacia Buenos Aires en varias remesas, liquidando ahorros y algunos bienes, los originales de una novela que no bien publicada vendió 8.000 ejemplares, y, en los dos años siguientes, medio millón. Quien, a los 55 años, en 1982, recibía el Premio Nobel de Literatura.
Pasado mañana se cumplen 80 del nacimiento de Gabriel García Márquez, 60 de la publicación de su primer cuento y de sus inicios como periodista, 40 de la publicación de su novela Cien años de soledad y 25 de su conquista del Nobel.
Dos años antes de que Francisco Porrúa, el editor de Sudamericana, tuviera la corazonada de que Cien años de soledad provocaría un suceso de ventas y, acaso, un fenómeno cultural, por la cabeza de García Márquez habían pasado frenéticas imágenes de un pueblo casi fantasma, fundado a raíz de una muerte, que se creía rodeado de agua y pantanos, y cuyos contactos con el mundo —pero no cualquier mundo— eran los de una tribu de gitanos, y particularmente uno de ellos, Melquíades, trasmisor empedernido de las ciencias exactas y medievales.
Para ese entonces, el autor venía desempeñándose como periodista y se había casado con Marcedes Barcha, con la que tuvo dos hijos a fines de los años 50 y comienzos de los 60. No era rico. Pero el gran libro de su vida le depararía ventas que hoy han superado los 32 millones de ejemplares en todo el mundo.
García Márquez necesitó la mitad de los años que lleva vividos, y las dos terceras partes de su carrera de escritor, para producir su obra de imaginación más grande. Todo parecía conducirlo a esta obra que ocupa gran parte de los comentarios de quienes hablan de García Márquez por estos días.
Los números forman una extraña danza en torno a la figura del colombiano este año de 2007. Demasiados números redondos, cierto que provisorios como una enigmática constelación que aparece y desaparece, para un hombre cuya ciencia no es matemática. ¿No lo es?
El gitano Melquíades conecta al imaginario pueblo de Macondo con el mundo, pero no con cualquiera. Para los habitantes de Macondo, aquel mundo del que habla Melquíades, y del que trae las novedades —imanes, lentes de aumento, astrolabios— es el verdadero mundo fantástico, un mundo de locos y magia diabólica. Melquíades conecta a Macondo con la astronomía y con la alquimia, con los telescopios y con las lupas, con instrumentos de navegación y con el electromagnetismo.
Melquíades es el compendio de un mundo de conocimientos que está a punto de estallar, a caballo por el momento entre las ciencias modernas y la magia. Melquíades anuncia la televisión y la Internet: "La ciencia ha eliminado las distancias. Dentro de poco, el hombre podrá ver lo que ocurre en cualquier lugar de la Tierra, sin moverse de su casa."
Con unas cartas de mareas y los instrumentos puestos en sus manos por las de Melquíades, José Arcadio Buendía se enfrasca en cálculos y operaciones mentales, hasta que un día proclama en la mesa familiar:
—La Tierra es redonda como una naranja.
—Si has de volverte loco, vuélvete tu solo, pero no trates de inculcar a los niños tus ideas de gitano —le responde su mujer.
Este es el primer acontecimiento que narra Cien años de soledad. En él está el tono de un abultado libro que ganó la simpatía de millones de lectores y el reconocimiento de los pares, pues ese relato de maravillas sucedidas en un pueblo imaginario, trabado con suave humor y prosa transparente, parecía el resultado de las vertientes más modernas de la literatura y echaba sus raíces en busca del Quijote.
Cuando se publicó Cien años de soledad, el terreno estaba fértil para que los círculos literarios, y sobre todo el lector medio —estudiantes, profesionales y amantes de los libros de México o Buenos Aires, de Bogotá o Lima— y el periodismo produjeran lo que las revistas y suplementos literarios comenzaron a llamar boom de la literatura latinoamericana. En 1962, el mexicano Carlos Fuentes había publicado La muerte de Artemio Cruz; en 1963, el peruano Mario Vargas Llosa, La ciudad y los perros: el mismo año en que Julio Cortázar publica Rayuela.
Periodista y uno de los primeros redactores de la agencia cubana Prensa Latina, García Márquez traba amistad a la vez con los principales nombres del llamado boom y con los líderes políticos de Cuba, especialmente con Fidel Castro, ante el que siempre mantuvo sin embargo una independencia de criterio. El grupo del boom terminaría dividido en cuanto a las posiciones frente a Cuba a fines de los 60.
En 1949, en el prólogo de una de las mejores novelas de la literatura hispanoamericana de todos los tiempos, El reino de este mundo, el cubano Alejo Carpentier había definido lo "real maravilloso". Carpentier, un erudito como no lo eran los nuevos escritores, dejó el legado de lo real maravilloso en manos de los que venían tras él. En una entrevista realizada en los estudios de la BBC en noviembre de 1976, Carpentier explicó que la noción de realismo mágico provenía del libro de un crítico alemán llamado Franz Roh, titulado El realismo mágico, en el que analizaba la producción de los pintores expresionistas alemanes, en 1926.
"En América latina —dijo Carpentier—, lo maravilloso se encuentra a la vuelta de cada esquina, en el desorden, en lo pintoresco de nuestras ciudades, en los rótulos callejeros o en nuestra vegetación o en nuestra naturaleza y, por decirlo todo, también en nuestra historia."
Era la naturalidad de los elementos fantásticos lo que diferenciaba a los escritores latinoamericanos de los artistas europeos. Cien años de soledad resultó la más representativa obra de esa tendencia. Allí, un gitano se convierte en un charco y se evapora, los muertos vagan por los patios, una mujer vuela, los acribillados de una masacre ferroviaria son vistos por unos pero no por otros (pues "en Macondo nunca sucede nada") y todo ello parece natural debido a que las coordenadas de tiempo y espacio son vagas, los sucesos ocurren en un tiempo global, las etapas de la historia humana se sobreponen, conviven medioevo, modernidad, animismo y tecnologías.
Todo esto podía tener éxito (es decir, convencer) si el narrador lograba una mirada inocente: "Mi problema más importante —explicó García Márquez— era destruir la línea de demarcación que separa lo que parece real de lo que parece fantástico. Porque en el mundo que trataba de evocar, esa barrera no existía. Pero necesitaba un tono inocente, que por su prestigio volviera verosímiles las cosas que menos lo parecían, y que lo hiciera sin perturbar la unidad del relato. También el lenguaje era una dificultad de fondo, pues la verdad no parece verdad simplemente porque lo sea, sino por la forma en que se diga."
Pasado mañana cumple años García Márquez. Pero lo que cumple años es su extraordinaria novela, las anteriores y las que le siguieron. Contar es su ciencia. Pues para contar es necesario manejar invisibles variables matemáticas y a la vez intuitivas que determinan que el lector crea. Así que éste es un múltiple aniversario, y el aniversario de una fe, por sobre todo. Nave insignia de un fenómeno comercial, cultural y político, Cien años de soledad recibió los golpes de la crítica que desmanteló las adherencias ideológicas de aquel boom. Hoy, los nuevos lectores que abren ese libro lo hacen de nuevo con la mirada fascinada de quien lee a Stevenson o Salgari.
El nieto de Aracataca
Gabriel García Márquez, hijo de Gabriel Elgidio García, un "aventurero de la fiebre del banano" que luego fue telegrafista, y de Luisa Santiaga Márquez, integrante de una familia prominente, nació en Aracataca, Colombia, el 6 de marzo de 1927. Fue el primero de una progenie de 12 hermanos. Pasó sus primeros años con un abuelo, al que consideró la figura clave de su vida. Y habló de esos años como los más prodigiosos, al punto de que "desde entonces no me ha pasado nada interesante". Estudió en internados de Barranquilla y Zipaquirá y en 1947 cursó cinco materias de Derecho en Bogotá y se inició en la literatura y el periodismo. En los 20 años siguientes produjo novelas como La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba, Los funerales de la Mamá Grande y finalmente Cien años de soledad, por el que obtuvo fama mundial y el Premio Nobel, en 1982. Entre sus obras siguientes, se cuenta Crónica de una muerte anunciada y El amor en los tiempos del cólera. En 1999, superó un cáncer linfático. Respaldó siempre a Fidel Castro y creó la Fundación Nuevo Periodismo para apoyar la formación de jóvenes profesionales.
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Pagina 12
AniversariosCuarenta años de soledad, 80 de vidaLa edición definitiva de Cien años de soledad a cargo de la Real Academia española es la punta de lanza de una serie de novedades y festejos alrededor de la figura de Gabriel García Márquez, quien este año cumple los 80. Las fechas coinciden, se confabulan. Hace 40 años se imprimía la primera edición de Cien años de soledad; hace un cuarto de siglo su autor ganaba el Premio Nobel de Literatura y este año, 2007, García Márquez cumple los ochenta. Para festejarlo, la Real Academia Española y la Asociación de Academias publicarán una edición, rigurosamente anotada, del mayor clásico del realismo mágico. El volumen contará con 756 páginas y la primera tirada será nada menos que de 500 mil ejemplares. Como sucedió con la edición de Quijote preparada hace un año con criterios similares, la innovación más interesante viene en los prólogos y los ensayos anexos. En esta ocasión, el relato estará acompañado de un texto anecdótico de Alvaro Mutis, una introducción del mexicano Carlos Fuentes, compañero de generación y del boom, y un ensayo riguroso de Mario Vargas Llosa. Cabe mencionar que este último texto desató algunas confusiones y entredichos, porque Vargas Llosa y García Márquez ya llevan 30 años de enemistad. Muchos pensaron que Vargas Llosa había compuesto este texto, en el que se expresa en términos más que elogiosos, especialmente para esta edición, pero lo cierto es que los académicos rescataron este ensayo que había sido escrito allá cuando eran compinches. Respecto de su pelea, la mayoría afirma que está centrada en sus discrepancias político-ideológicas (García Márquez apoya a Fidel Castro, mientras que Vargas Llosa lo considera tan dictador como Pinochet), pero hay quienes aseguran que en realidad uno le habría robado a otro una mujer (una anécdota que incluye giros de color, como una pelea a trompadas en un cine).
La nueva edición de Cien años de soledad contará también con un estudio del director de la Real Academia sobre el autor y su obra y una serie de ensayos que pretenden abordar la difusión que tuvo la novela tanto en países de habla hispana como en otras comunidades de lengua. Tal vez para desacartonar un poco la proliferación de lecturas académicas, la edición aniversario contará con un glosario de 55 páginas que desplegará información de lugares y personas que aparecen en el libro. Otro dato que confirma la importancia del volumen es el hecho de que el propio García Márquez está supervisando en detalle la edición del mismo. Si bien el colombiano ya había corregido las pruebas de imprenta de la primera edición en Sudamericana, en 1967, se habrían impreso erratas y expresiones ambiguas "que editores sucesivos trataron de resolver con mejor o peor fortuna". Todas estos elementos juntos, esperan los editores, harán de este volumen el Cien años de soledad algo definitivo. Y, para presentarlo, ya han reservado el lugar más importante en el IV Congreso de la Lengua Española, el 26 de marzo, en Cartagena de Indias. En aquel coloquio, que promete ser pintoresco, se conjugarán, entre otras, la presencia de Bill Clinton (ver Noticias del mundo) y la de Fito Páez, que ofrecerá un concierto en homenaje al Gabo.
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La Jornada, México
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
Gabriel García Márquez (Aracataca, 1927), expresa Gerald Martin, el único biógrafo reconocido por el Nobel de Literatura 1982, ''es un hombre sumamente complejo, aunque es la persona más directa y más natural que se podría imaginar'', afirma quien, hace 17 años, conoció al escritor colombiano en La Habana. La imagen corresponde a noviembre de 1966 Foto: Rodrigo Moya Gabriel García Márquez cumple hoy 80 años. De ellos al menos 60 los ha dedicado a las letras, ya como periodista, como escritor, cuentista, editor o guionista, pero con un don especial: ''es adivino" dice su biógrafo Gerald Martin a La Jornada, ''sin afán de crear leyendas".
Junto a García Márquez su novela cumbre, Cien años de soledad, festeja cuatro décadas de su publicación, mientras que el Nobel de Literatura lo acompaña desde hace cinco lustros. La celebración es internacional.
''Es como si Cervantes hubiera sido lo famoso que es, pero en vida, como si hubiera sido homenajeado mientras vivía", dice Martin, el único a quien García Márquez reconoce como su biógrafo, en entrevista telefónica desde Cartagena de Indias, Colombia, donde el viernes comenzó el Festival de Cine que dedica un homenaje fílmico al autor de Noticia de un secuestro.
Apoteosis de una vida
Martin publicará a principios de 2008 una biografía sobre Gabo, como se informó en estas páginas el viernes, pero afirma que era necesario estar estos días en Colombia, porque ''de alguna manera, lo que está ocurriendo es la gran culminación, la apoteosis. Obviamente no es la culminación de su vida, porque ha tenido muchas culminaciones, muchos triunfos y homenajes, y espero que tengamos Gabo para rato.
''Pero pensar que un niño de Aracataca tiene una serie de homenajes que durarán un mes, que van a venir presidentes, el rey de España, muchos de sus amigos; creo que es algo que nunca ha pasado en la historia. Es algo fuera de serie. Por eso, aunque la biografía está casi terminada la he aplazado, porque quería venir, observar lo que pasa, tratar de comprender las dimensiones de esto. Yo mismo, que estoy acostumbrado, que lo he visto ser tratado como un beatle en tantos lugares, estoy impresionado con lo que está pasando, con lo que significa", añade el también especialista en Miguel Angel Asturias y profesor universitario.
La relación de Gerald Martin con Gabo data de hace 17 años, cuando el académico acudió al Festival de Cine de La Habana con el encargo de hacer su biografía. En contacto con el escritor desde 1990, Martin reconoce que de Gabo ''realmente no sabemos nada. Nunca conocemos nada de nadie y toda la vida estamos teorizando sobre lo que es la vida de los demás. Nos imaginamos dentro de la piel de los otros y sin embargo es una ficción basada en ciertos datos. Hay tantas cosas que no sé de él que a veces me pregunto por qué soy su biógrafo.
''Lo que no conocemos es ese niño que fue y alrededor de quien él ha elaborado una gran mitología. Ese niño de Aracataca. No sabemos quién fue ese adolescente en los años 40 y no sabemos, no comprendemos del todo, la transición entre ese niño, ese joven y la gran figura que es actualmente" y adelanta que la biografía que prepara ''tiene ciertas sorpresas".
García Márquez, añade, ''es un hombre sumamente complejo, aunque es una persona muy sencilla; es la persona más directa, más informal, más natural que se podría imaginar y, sin embargo, es de una gran complejidad.
''También tiene algo que me aterra y no es con afán de crear leyendas, pero García Márquez es adivino. Tiene una intuición que aterra a los que lo conocen, tiene intuiciones de lo que eres, qué vas a hacer, cuáles son tus intenciones, lo que va a pasar mañana, etcétera, que a veces son muy sorprendentes. No lo sabe todo obviamente, pero tiene un gran poder de intuición.
''Eso es algo que siempre me ha sorprendido. Siempre está en otra onda, viendo cosas que uno no ve. Recuerdo una vez que estaba con él en La Habana, estábamos en una especie de fiesta o tertulia con mucha gente y él parecía dormido; sin embargo, me dijo cosas de mi propio carácter que era imposible que nadie supiera y que yo apenas hubiera vislumbrado. En cierto sentido me cambió la vida, porque era una interpretación convincente, tajante, y sin embargo totalmente inesperada. No es solamente mi experiencia, mucha gente me ha dicho que Gabo tiene intuiciones que los demás no."
Después de Macondo
Y ese don llega a sus obras, ese grado de intuición, que a veces se llama genio, es muy importante para un escritor, para la sicología de sus personajes, para comprender lo que sentirán los lectores cuando lean su novela, para saber cómo va a enlazar una cosa con otra, subraya Martin, quien en 2002 publicó el artículo Traduciendo a García Márquez o el sueño imposible.
Si se pueden descubrir rasgos de la personalidad de García Márquez en Cien años de soledad, que es su obra esencial, ''es la pregunta de los 64 mil. Hay críticos que piensan que la novela y la vida son cosas separadas. Obviamente un biógrafo no puede creer en esa separación. Biográficamente veo muchas cosas de él en esta novela, que serían demasiado largas de escribir.
''En general nadie piensa que es un libro biográfico sino que es la cuestión Macondo, Aracataca, la niñez de Gabo; pero veo en varios personajes rasgos de él, de la idea que tiene de sí mismo.
''Cien años de soledad es un libro tan excepcional que el mismo Gabriel García Márquez no siempre ha hablado de él con cariño. Inmediatamente después de publicarlo, no es que haya renunciado al libro, pero hizo una cosa totalmente diferente: El otoño del patriarca, y trató de escaparse de ese Macondo que todo el mundo quería que fuera de alguna manera su marca comercial; es decir, es un libro muy importante en su vida, es la culminación de todo lo que había hecho hasta ese momento, pero creo que después, como asimilación, comienza a convertirse en otra cosa. El destino de Cien años de soledad es el García Márquez que había llegado a los 40 años, pero de alguna manera ya estaba en camino de ser otro. Es una cosa muy complicada."
Los 40 de los 100
Nunca hay que exagerar, pero si hubiera una novela de América Latina sería Cien años de soledad, afirma Gerald Martin.
''Siempre es difícil reducir, pero si buscamos equivalentes al Quijote -que todo el mundo piensa que de alguna manera transcribe la identidad, el espíritu, el alma de España, no solamente de un momento sino de alguna manera transhistórica- entonces Cien años de soledad es eso para América Latina.
''He visto que los colombianos la leen de una manera, los mexicanos de otra, que casi es igual pero no exactamente, y los europeos y asiáticos también tienen su lectura que coincide un poco, pero si se puede hablar de una novela universal es ésta, porque todo el mundo puede leerla, pero desde puntos de vista diferentes.
''Es una metáfora de América Latina que combina dos cosas que siempre me han impresionado de esta región: primero, el gran sentimiento de angustia, de posible fracaso, y por otra parte, esa maravillosa capacidad de vivir, de celebrar la vida en los momentos íntimos a pesar de los fracasos y las dificultades. Eso los europeos no lo tenemos, los latinoamericanos sí."
Su publicación hace 40 años representó el momento definitivo en que América Latina llega al mundo mediante la literatura, y explica así esta idea: ''aunque algunas novelas habían llegado a Europa, es ésta la primera que no solamente llegó como novela latinoamericana sino universal, es el gran puente entre una literatura todavía racionalizada y una novela digamos mundial, de una importancia histórica, y espacial y también fue la gran culminación del llamado boom.
''Todo mundo sabía que estaban pasando cosas muy interesantes en la novela de América Latina y detrás había el trasfondo político de la Revolución Cubana, pero cuando llegó Cien años... ya estábamos en otra onda; se sabía que esa cosa -el boom- realmente existía, que no solamente eran relaciones públicas, que estaba pasando algo muy importante en la literatura Latinoamericana.
''En términos críticos se dice, y creo que es verdad, que marca el momento en que mundialmente la novela va desde la llamada modernidad hasta la posmodernidad. Cien años... está de alguna manera entre esos dos momentos. Hay un antes en la literatura latinoamericana y también un después de Cien años... Es un hito mundial, no sólo latinoamericano,"
José María Pérez Gay
Taquígrafo de la imaginaciónConocí a Gabriel García Márquez el mes de marzo del año de 1969, cuando me tocó la suerte de traducir una larga entrevista, mi voz en off, con el escritor Jean Amery, para la televisión cultural alemana. Fue una entrevista muy larga y desde ese momento me vi sometido a las bromas recurrentes y a veces clásicas de García Márquez cuando le dije que en alemán al mesero se le llamaba por Herr ober. El lo convirtió en joroba y cada vez que le llamaba decía: ''joroba, venga para acá".
Desde entonces nació una amistad que para mí ha sido un privilegio. Conocí a alguien lleno de imaginación, de inteligencia y de generosidad. Leí Cien años de soledad en 1969. El me obsequió un ejemplar de editorial Sudamericana en su cuarta o quinta edición, que conservo. No conocí el ejemplar que hoy cuesta algún dinero, en cuya portada tenía la silueta de un galeón flotando entre árboles y el azul del fondo contrastaba con tres flores geométricas de amarillo y oro.
García Márquez había nacido en 1927, la fecha que hoy conmemoramos. La novela fue publicada en 1967. He leído dos veces Cien años de soledad; pienso leerla ahora una tercera vez, pero por lo que escucho es una novela que cada día se renueva, quiero decir, es una novela que crece y se escribe todos los días, y sus lectores son quienes la han rescrito.
Recuerdo, si mi memoria no me engaña, que en el suplemento de la cultura de la revista Siempre!, el año de 1966 y antes de que la novela se publicara, Carlos Fuentes escribió que acababa de leer las primeras 60 cuartillas de Cien años de soledad y decía que eran absolutamente magistrales. Decía Fuentes que toda la historia ficticia coexistía con la historia real, lo soñado con lo documentado y gracias, decía Fuentes, a las leyendas, las mentiras, las exageraciones, los mitos, Macondo, y nadie sabía qué quería decir Macondo, porque el único que había leído la novela había sido Fuentes, Macondo se convertía en un territorio universal.
Creo que la recurrente pesadilla de América Latina que es el progreso y la modernidad, encuentran en Cien años de soledad una respuesta contundente. Nadie nos ha llevado a conocer el hielo ni a esos huevos prehistóricos como le llama García Márquez a las grandes piedras que detenían la corriente en el río donde estaba Macondo.
Gabo lo dijo mejor que nadie. Dijo que Cien años de soledad no es más que la constancia poética del mundo de su infancia. Así como dijo sobre El otoño del patriarca que era un poema sobre la soledad del poder. Así como después dijo, si lo recuerdo bien, que El amor en los tiempos del cólera no era sino la sobrevivencia de las cartas de amor.
Creo que a sus 80 años de edad es tan joven como cuando era un periodista que reseñaba los festivales de las juventudes comunistas en la Europa oriental. Y desde luego creo también que es un taquígrafo de la imaginación latinoamericana.

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